Desde Alaior por Biniarbolla, el torrente, Binifamís, es Llogaret, es Taronger y el Camí de sa Barrerrasa
Este paseo trae sorpresas mediante una variedad de paisajes.
Se comienza en el Colegio Mestre Durán, y antes del puente, miramos hacia la derecha por si los burros del Centro de Rescate están pastoreando en la tanca delante del colegio. Tras su triste historia de mal trato y hambre debemos valorar su recuperación como un final feliz digno de su raza “Equus Africanus”. Desde allí, ya se puede ver muy en la lejanía las fincas de Son Carc y Llucasaldent en un alto.
Pasado por debajo del puente, y siguiendo todo recto, al cabo de poca distancia, está situado un centro de “agility” para perros, lo cual significa un circuito de obstáculos que los canes tienen que hacer en competiciones, para entrenar la disciplina necesaria de un perro.
Seguimos, el camino se bifurca y tomamos la salida a la izquierda. Estemos al tanto para ver la finca Ses Oliveres, a la derecha con un distintivo cartel, aunque los olivos no se ven desde nuestro camino.
Pasamos a la izquierda al lado de una casa espléndida de nombre Binibolla, con una impresionante palmera erguida como una torre por encima del tejado. Está cerca del principio del camino de Binifamís, marcado con un cartel al bajar por una cuesta empinada de donde se extiende delante un inmenso mar de arbustos de matas como si fuesen espuma verde. A mitad de la cuesta, se ve a la izquierda la finca de Biniarbolla, con invernaderos y muchos árboles repletos de manzanas rojas que brillan con el sol en esta temporada, pendientes de ser recogidas.
Al llegar abajo de la cuesta discurre el torrente procedente del pie de Monte Toro. Allí escondidas viven tortugas de agua, en la compañía de aves acuáticas. A nuestra izquierda, hay un huerto de hortalizas y después del torrente, también a la izquierda, está la finca S’Hort de San Isidre. El melodioso canto de los pajaris residentes en el lugar es un placer para el oído: carriceros acompañados por mirlos negros. En el cielo a menudo, porque es su hábitat, se atisba un milano real con su cola roja en forma de V cerniendo en círculos. No muy lejos le acompaña una pareja de águilas calzadas.
Ahora se sube una cuesta muy larga y empinada, bordeada por hierbas con tallos altos, de nombre carrizos.Tienen largas plumas en el extremo de sus tallos curvos y parece que hacen una reverencia a la gente que pasa, pero cuidado -con hojas que pueden cortarte la piel. Su nombre Ampelodasmus Mauritanicus indica su procedencia del noroeste de África y aquí se ha convertido en una planta muy común.
Arriba de la interminable cuesta, se llega a la finca Binifamís, cuidado durante muchos años por la familia Olives. De muy jóvenes, los primeros de sus cinco hijos tenían que ir a la escuela cercana de Son Carc o a pie, o por el camí de sa Barrerassa en carretón con una mula.
Luego de Binifamís, en la bifurcación que pronto aparece, se va a la derecha pasando al lado del predio es Llogaret. Al continuar, se alcanza la elegante avenida de árboles que conduce la vista a la finca es Taronger, propiedad de Pedro Sintes de Alaior durante 21 años, desde 1971 hasta 1992 cuando lo vendió. En 1973, él mismo plantó los pinos de la majestuosa avenida. Fuera de las barreras, todavía se conserva la piedra rectangular que servía para subir a un caballo.
Este punto importante precisamente está a la entrada del camí de Sa Barrerassa recuperado por el voluntariado de Protección Civil en 2010. Se observa que a veces durante el trayecto hay algún árbol muerto recubierto de un musgo rizado de un curioso color verde grisáceo, lo cual le confiere pos mortem otro tipo de estética. En todo el camino a cada lado, las paredes de piedra seca fueron construidas años muy atrás – una obra de maestros, pero nadie del vecindario sabe decir con seguridad de cuándo son, o quiénes las hicieron. Un frondoso túnel de arbustos y matas flanquea todo este entorno dando una agradable sombra con frescor y sensación de cobijo. El camino serpentea, haciendo “barrera” entre los lindes de las propiedades a cada lado –de ahí el nombre del camino. El piso del sendero es variado, a veces plano sin rugosidades, a veces pedregoso o con tramos de piedra colocada en líneas para hacer más fácil el trayecto en aquellos tiempos de los carretones.
Entre los trechos cortos de piedra, hay un alfombrado de hojas de los arbustos de mata, así suavizando las pisadas de los caminantes. En algunos sitios, crece al costado en la sombra un musgo esponjoso de un color verde brillante que es digno de observar.
Este envolvente entorno nos acompaña durante 1,5 kilómetros, para llegar al final a la carretera que va a Son Carc a la derecha y a la Torre d’en Gaumes a la izquierda. Cerquita, en el centro de información del monumento, hay mesas con bancos fuera, todo de madera, ideal para tomar un descanso, la merienda y un refresco al llegar.
Se retorna por el mismo camino para seguir observando ciertos puntos. Como las tancas que se extienden en la distancia a la derecha. Después de pasar por segunda vez por es Taronger y Binifamís con su cartel artesanal, se baja la cuesta tan empinada que ahora sirve para disfrutar el descenso. Pero antes se puede apreciar claramente la silueta de Alayor arriba y en la distancia, una perspectiva interesante que nos recuerda de donde partimos en esta ruta.
Como contraste, ahora toca subir la cuesta de Biniarbolla, nos damos tiempo para tomar un respiro y observar al lado de Biniarbolla la finca de los Enrich, a la derecha, enclavada entre árboles.
Arriba de la cuesta, se retoma la vía para llegar a la escuela Maestre Durán, en la esquina de la calle con el nombre de nuestra tan distinguida y recordada maestra Margalida Comas.
En este paseo,
los derredores al ver
también se gozan al conocer.
Con tesoros inesperados
o acaso poco disfrutados.
adentrémonos en este lugar
tan natural y sin estropear.












